12 julio 2008

Family Man


Actores que pasan de moda tras alabanzas. Nicolas Cage fue venerado por muchos tras su actuación en 'Leaving Las Vegas', pero en mi opinión el que debería haber ganado el Oscar tendría que haber sido el jefe de Casting. No hablaré de cine porque puede ser que muchas paredes caigan sobre mí, quiero opinar de la traducción directa de este título. Seremos animales que necesitamos vivir en familia.

Me gustaría unir dos propuestas hechas a mis oídos en la última semana. Una de ellas fue sugerida por el GUAPO, "¿por qué en todas las series españoles el componente familiar es tan aplastante?", y la otra con lágrimas de aislamiento por un amigo, "¿tengo que querer a mis padres?". La parte televisiva no me importa más allá de una buena reflexión sobre la nación en la que los 'maricones' nos podemos casar, pero me cuesta asimilar que una de las personas con mejor corazón que conozco llore por la impotencia de sentirse injusto. Me dan ganas de vomitar. En esta puta aglomeración somos capaces de producir que las lágrimas de impotencia corran por las mejillas de un corazón donador por mantener cierto efecto social del rebaño. Premiamos la pertenencia a grupos masivos con sesgados perfiles y abolimos Afiliaciones Naturales a la 'V'ondad.

Hoy la canción es de una banda sonora que ya mencioné anteriormente en una entrada. La película me divirtió y la banda sonora me encandiló. 'Sister Self Doubt' de Shakes en '21: Black Jack'.

10 julio 2008

Descanso


Silencio, estoy de descanso. Toda mi vida pegando golpes a una pieza de piedra y los martillazos han desistido. Una escultura con ángulos agudos, un perfil que corta como el diamante, una corriente que suena al golpear una pared de mármol. Construida durante toda una vida esta silueta octoédrica, que resulta agresiva a primera vista. Amorfa y descriptiva. Golpes de cincel que no buscaron el movimiento del resultado, hallaron miradas vacías que silencia ante el nuevo alfabeto.

Una oquedad a la altura del ombligo del artista. No se ve el extremo final. Palpar las cortantes puertas produce un frío temblor en la espaldas del alma intrépida. Podría tener una perfección de espejo y reflejar la cicatriz del nacimiento del alfarero. Pero David sigue siendo de roca, sin pulso sobresaltado, párpados voluminosos de placer que cumplen su función. El ombligo, pulido por creadores de musas veneradas por la plebe, refleja la luz como un cristal hinchado en la plaza San Marcos. La perfección peca de fragilidad y distancia. Puede que el profundo agujero no dé confianza al espectador, pero consigue la categoría de obra de arte si conoces las vivencias que provienen de la frustración.

Silencio, ya he despertado.