Tiempo para pensar, pero no para escribir

He oído decir a Fernando Savater en varias ocasiones que el filósofo debe dar ejemplo en su modus operandi al resto de mortales. Gracias a su gran memoria puede enunciarte una serie de autores que en su vida cotidiana actuaban siguiendo, de manera ejemplar, lo que dictaban en sus escritos.

Así que todos tenemos algo que enseñar a nuestros semejantes. La mayoría no lo escribiremos en un libro y lo haremos sin crear una línea de discusión, pero será por los ejemplos a seguir.

Yo, contradiciendo los siguientes párrafos, he aprendido mucho de un filósofo familiar. La sociedad actual genera un tipo de individuo triunfal que se contradice con el victorioso que promulga. La nueva religión de falsa libertad la denominaremos Yoísmo. Sus disciplinados seguidores se reconocen fácilmente por unas frases precedidas por el pronombre personal. Públicamente el sistema aborrece estos individuos, pero como un ser antropófago bulímico, los repudia con la misma intensidad con que los saborea.

Los que son premiados en la televisión, el cine y la radio, son repudiados por su altruismo en la mal denominada sociedad. Y muchos de ellos acaban con la patología denominada Tuismo.

Aquí es donde aparece uno de esos filósofos invisibles para muchos. Uno de esos que deberías parar cuando te lo encuentras y intercambiar con él una conversación banal. Éste, en concreto, ha sabido convivir con Yoístas de escuela sin caer en la patología del Tuismo.


PD: Examen de conducir suspendido, cuando tenga el carné lo pondré de todas formas. Será por seguridad vial más que por ninguna promesa.